Cantares 8:7 en RVR 1960.
«Las muchas aguas no podrán apagar el amor, Ni lo ahogarán los ríos. Si diese el hombre todos los bienes de su casa por este amor, de cierto lo menospreciarían».
La Nueva Traducción Viviente dice:
“¡No hay mares que puedan apagarlo, ni ríos que puedan extinguirlo! Si alguien se atreviera a ofrecer todas sus riquezas a cambio del amor, no recibiría más que desprecio”.
Si ha escuchado la música actual, notará que el ser humano ha cambiado la forma de expresar el amor a su pareja, aún así el flujo del amor sigue en la música y otras expresiones artísticas.
El libro de Cantares, ha dejado perpleja y hasta ofendida en algunas ocasiones a mucha gente, al encontrar estos poemas de amor con cierto colorido sensual. Históricamente se ha querido quitar este libro de la Biblia. En la España del siglo XVI, Fray Luis de León fue puesto en prisión por traducir este libro al español.
El amor que expresan estos poemas, es el que existe entre un hombre y una mujer, sin pudores falsos, con un disfrute mutuo, pues a través de sus sentidos perciben el amor y lo interpretan con imágenes de la naturaleza que les rodea: el aroma de los perfumes y especias, el fuego, incluso del comportamiento de los animales del bosque.
Hay quienes han interpretado este libro como una alegoría del amor entre Dios y su pueblo, y algunas facetas de nuestra relación con Dios. Bernardo de Claraval (1090-1153), escribió 86 sermones sólo de los primeros dos capítulos.
Hoy en día, son pocos los que siguen esta línea de interpretación, pues la mayoría creen que fue escrito para celebrar el amor de una pareja recién casada, pues Dios valora el amor entre el hombre y la mujer.
Lo cierto es que el amor que se describe, es el amor donde los amantes se miran, no son ajenos el uno del otro. Perciben las necesidades, gustos y formas del ser de su pareja.
Gozan diciéndose lo que sienten, disfrutan sus sentidos y la percepción del amor a través de ellos. Es un amor tierno, lleno de encanto natural, sin culpas ni vergüenza, Dios está con ellos en su amor.
Actúan como iguales, los derechos y privilegios no tienen que pelearse, se ejercen con naturalidad y buena disposición, por ambas partes; no hay obligación como «deber hacer porque te toca o es tu responsabilidad”, sino un compañerismo mutuo, dónde se ayudan alegremente…hay un cuidado y dignidad en su amor.
Reconocen el carácter peligrosamente explosivo del amor (8:6), por ello advierten a otros que no deben despertarlo prematuramente y la comparación (2:7; 3:5; 8:4).
Es un amor que enriquece a ambos, pleno, libre de temores…el amor que en las parejas debería de ser.
¿Por qué el amor debería ser así?… Porque solamente este tipo de amor sobrevive al estrés que vivimos hoy en día, a las múltiples responsabilidades. Este amor es el que puede dar estabilidad a los matrimonios, una mejor formación de los hijos y aunque no lo crean, mejor salud para todos los involucrados.
El amor está en el centro del mensaje Bíblico y veremos en poemas de este libro como el amor de Dios suma al amor humano.
Bendiciones para todos.